Desde hace unos años, me dedico a trabajar con menores y adultos con problemas que están a la orden del día como la ansiedad, depresión, estrés, trastorno obsesivo compulsivo, baja autoestima, perfeccionismo, autoexigencia, y otras muchas esferas del ser humano que, a veces, pueden verse afectadas y por ello, necesitar ayuda. Seguramente, alguna te suena, ¿verdad?.

Hay una frase que uso mucho en consulta y que es esencial tener en cuenta durante el proceso terapéutico y es que “no solo somos producto de nuestras circunstancias, también lo somos de lo que decidimos hacer con ellas”. Muchas personas a lo largo del tiempo han acudido y acuden a nosotros, ya sea para resolver problemas como para avanzar en facetas de su vida en las que se encuentran estancados.

Mi forma de trabajar se caracteriza por la cercanía y calidad humana, así como por el compromiso de mejora que tengo con todas y cada una de las personas que llegan a mí. Facilito un espacio de calma en el que poder sentirse uno mismo, sin juicios. Un lugar donde poder comunicar, con total libertad, todo aquello que te preocupa para que puedas volver a tener una vida plena y satisfactoria.

Además, suelo decir que estas personas, entre las que te puedes encontrar tú que estás leyendo esto, y yo, formamos un equipo. Como terapeuta, funcionó como una especie de guía, permitiéndoos tomar consciencia del punto en el que os encentráis y orientándoos hacía vuestros objetivos y metas, es decir, hacia donde deseáis llegar.